lunes, 30 de diciembre de 2013


El conserje y el presidente

Había una vez un conserje que trabajó para la misma empresa durante cuarenta años. Jamás ascendió de puesto. Siempre fue el conserje y nunca tuvo a nadie a sus órdenes. Nunca pudo comprar un automóvil, ni una casa para su familia.

Era un buen conserje. Se esmeraba por mantener en perfectas condiciones la entrada del edificio. Los objetos de metal relucían, las ventanas estaban impecables, las alfombras nunca se veían sucias. Además siempre tenía una sonrisa y palabras alentadoras para sus compañeros de trabajo. Durante todos los años que trabajó en esa empresa, nadie lo oyó quejarse.

Las personas le preguntaban: ¿Por qué trabajas tanto? A lo que el conserje respondía: Mira mi trabajo, no sólo lo hago para los demás, lo hago como si lo hiciera para Jesús. Él es mi mejor amigo, lo amo y quiero hacer lo mejor para Él. Es lo menos que puedo hacer por alguien que dio su vida por mí.

Algunos se reían y seguían su camino. Otros le preguntaban, extrañados: ¿Jesús, tu amigo? ¿Cómo puede ser Él tu amigo? Si ni siquiera se lo ve.

El conserje, sin mediar palabra, respondía con una sonrisa, todos percibían un gran amor que se reflejaba a través de sus ojos cuando les contaba a sus compañeros como era su relación con Jesús. Nunca estaba demasiado ocupado o cansado para hablar del amor del Señor en su vida.

En la misma empresa comenzó a trabajar al mismo tiempo que el conserje, otro hombre. Era un prestigioso profesional que fue ascendiendo, hasta llegar a ser vendedor, llegó a ser el mejor de su departamento. En un tiempo récord se convirtió en gerente de ventas, luego en gerente regional, después vicepresidente y finalmente, en el más joven presidente que había tenido la compañía.

Estando a su cargo la empresa se expandió hasta llegar a ser líder internacional y bajo su dirección la compañía adquirió otras empresas que prosperaron muy rápidamente.

En vista de sus evidentes aptitudes, talento y éxitos, con frecuencia le pedían que diera conferencias. Incluso lo visitaban ejecutivos y directivos de otras empresas para preguntarle el motivo de su éxito. Siempre daba la misma respuesta: En este país las oportunidades son ilimitadas, he puesto mucho esfuerzo, empeño y sobre todo he trabajado muchísimo. Lo que yo logré, ustedes también pueden hacerlo si lo creen posible.

Al cabo de los años lo eligieron miembro del consejo rector de su antigua universidad y era un respetado miembro en la iglesia a la que asistía los domingos con su familia.

Pero cada lunes, cuando su actividad comenzaba, se olvidaba de los sermones, que lo inspiraban a estar más cerca de Dios y de su familia, que del trabajo y los negocios. Con el tiempo los negocios, las conferencias y toda actividad relacionada con su profesión, llegaron a ser su prioridad.

Cuando llegó el momento, tras una larga y exitosa trayectoria y en medio de la admiración de las personas que lo conocían y rodeaban en sus negocios, se retiró.

Curiosamente, los dos hombres, el conserje y el ejecutivo fallecieron el mismo día y cada uno compareció ante Dios para dar cuenta de lo realizado en sus vidas.

El ejecutivo fue el primero. Dios le puso la mano en el hombro y le dijo: Has empleado bien tu vida. Te di inteligencia y oportunidades. Has trabajado mucho y aprovechado cuanto te puse delante. Tus logros son muchos. Sin embargo, debes dejar atrás todo lo que construiste. Tus casas y automóviles, tus empresas y tus actividades eran algo bueno, pero no son parte de mi Reino. Aquí no hace falta tu dinero. Has trabajado mucho, pero de forma imprudente, porque ganaste lo material, pero dejaste de lado muchas cosas importantes.

El conserje estaba a corta distancia, observaba con humildad, temor y asombro. Si el Señor no elogiaba a todo un prestigioso profesional, ¿qué podría esperar un simple conserje? Estaba cabizbajo y por sus mejillas rodaban algunas lágrimas.

De pronto, Jesús le puso una mano sobre el hombro y le dijo: Levanta tu cabeza y mírame a los ojos. El conserje obedeció y así por primera vez pudo ver el rostro de la persona que más amaba en el mundo.

Con una sonrisa Jesús le dijo: Date la vuelta y mira. No podía entender lo que veía, una multitud se le acercaba y sus rostros reflejaban un amor y un gozo que jamás había visto. Miró a Jesús, y le dijo: Señor, sólo reconozco a unos pocos ¿Quiénes son los otros?

Jesús le dijo: Los que reconoces son personas a las que les hablaste de mi amor. Los otros son personas que escucharon hablar de mi amor, pero no a través de ti, sino a través de las palabras de aquellos a quienes tú habías hablado. Todos ellos han venido a darte las gracias. Ve junto a ellos y disfruta del gozo que he preparado para todos aquellos que obedecieron mi palabra.

A poca distancia, un coro de ángeles cantaba mientras el conserje y sus amigos, con una alegría inexplicable, disfrutaban de las maravillas que les había preparado el Señor.

Los dos hombres tuvieron las mismas oportunidades. Uno dedicó su vida a los negocios, con el fin de ser millonario; el otro, puso su vista en las cosas del Señor, vivió sin importarle lo material. Su amor a Dios y al prójimo, fue su prioridad, por lo que se hizo rico y almacenó su fortuna en el banco de Dios. La fortuna del ejecutivo fue temporal, la del conserje fue eterna.

Enseñanza: ¿A cuál de los dos hombres quieres imitar? La decisión es tuya.



miércoles, 25 de diciembre de 2013

Un Buen Amigo



* Un buen amigo no es solo quien te da todo lo que tiene y hace cosas buenas por ti, Sino quien no te lo recuerda para que no te sientas en deuda, ya que él lo hace sin esperar nada a cambio.


* Un buen amigo es quien te rodea a ti de más o mejores buenos amigos.


* Un buen amigo no te presta las cosas, las pone feliz enteramente a tu disposición como si fueran tuyas.


* Un buen amigo no es quien te apoya en una pelea, sino quien hace que estas no existan.


* Un buen amigo no es solo el que conoce tus problemas, sino el que te ayuda a resolverlos.


* Un buen amigo es el que esta contigo en las buenas, y sobretodo en las malas.


* Un buen amigo es quien se pone feliz, solo de verte feliz a ti.


* Un buen amigo no es a quien le podes pedir un favor, sino quien lo hace sin tener que pedírselo.


* Un buen amigo no es con quien te reís más, sino con quien puedes llorar.


* Un buen amigo es quien logra su felicidad si puede lograr la tuya.


* En los momentos difíciles, un buen amigo en realidad no te da fuerza...es tu fuerza.


* Un buen amigo no es quien hace lo que a vos te gusta, sino lo que es mejor para ti.


* Un buen amigo es el que es un ejemplo a seguir.



* La vida te va dando buenos amigos, y los buenos amigos te van dando vida.


* Los hermanos son los amigos que Dios nos dio, en cambio, un buen amigo, es el hermano que uno eligió.


Enseñanza: Un buen amigo es como los ángeles que nos prestan sus alas cuando nos hemos olvidado de volar.

domingo, 22 de diciembre de 2013



El Camión de Basura



Hace varios años, como de costumbre subí a un taxi para ir a mi trabajo, habíamos entablado una conversación con el conductor y de repente, sin saber por qué otro automóvil, se cruzó tan bruscamente, que para no causar una tragedia, el conductor del taxi tuvo que girar el auto y frenar súbitamente.

Milagrosamente no ocurrió nada, pero el conductor del vehículo que había cometido la imprudencia, se bajo bruscamente de su auto y comenzó a gritar e insultar al taxista.

El taxista, a pesar de lo injusto de la situación, sonrió, levantó su mano y lo saludo muy amablemente diciéndole lo siento, que Dios le bendiga y que tenga un buen día y luego sin decir nada más continuo la marcha.
Sorprendido por esta actitud, le pregunte: Porque le ha respondido así, esa persona por poco destruye su automóvil y además casi nos envía a los dos al hospital.

Entonces el taxista me dio una lección que jamás olvidaré, me dijo: Muchas personas son como el camión de la basura. Están cargados de enojo, odio, frustración, resentimiento... y ante cualquier situación aprovechan para descargarla.

Pero, porque lo hacen ante una situación como esta, si usted no le ofendió y solo fue su culpa. Lo hacen ante la primera oportunidad, porque necesitan eliminar de su interior toda la basura acumulada, porque ya no hay lugar para más.

Desde aquel día no he vuelto a permitir que los camiones de basura, tomen el control de mis sentimientos y mucho menos de mis reacciones.

Aprendí, que sonreírles a los insatisfechos, malhumorados y frustrados es la mejor medicina que puede ayudarles a cambiar su perspectiva de la vida.

Enseñanza: “Sé amable con las personas alteradas y entiende que están librando su propia batalla. Pero asegúrate de no ser tú, el lugar en el que descargan toda su basura. Tú no eres un basurero” Tu eres tan valioso e inteligente que sabrás actuar ante una situación similar.

lunes, 16 de diciembre de 2013

La Fuerza de un Niño
Un día, dos niños estaban patinando en una laguna congelada. La tarde era fría y nublada, pero los niños se divertían haciendo piruetas y jugaban sin preocupación, riéndose de sus travesuras,
de pronto, el hielo se rompió y uno de los niños cayó al agua. El otro niño, viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas, hasta que logró romperlo, pudiendo así rescatar a su amigo.
 Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron cómo lo había hecho ya que el hielo era muy grueso. Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y esas manos tan pequeñas, comentaban entre ellos.
 En ese instante apareció un anciano y dijo:
¡Yo sé cómo pudo hacerlo!
¿Cómo?, preguntaron.
Pudo hacerlo, porque no había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.



 Enseñanza:
En momentos difíciles  saca lo mejor de ti y recuerda que nada es imposible en la vida y “Si puedes soñarlo, puedes lograrlo”
El Zapatero
Había una vez un zapatero que no podía cubrir sus mínimas necesidades con lo que ganaba en su trabajo.

Un día llego Jesús y le pidió que le arreglara sus sandalias, que estaban muy deterioradas. Jesús le dijo: te puedo dar lo que quieras si me las arreglas. El zapatero lo miró con desconfianza y le dijo: ¿Me puedes dar tu un millón de dólares que necesito para ser feliz?

Entonces Jesús le dijo: Te puedo dar 100,000 dólares, pero a cambio tendrías que darme tus piernas.

El zapatero respondió: ¿De qué me sirven 100,000 dólares  si no tengo piernas?

Pero Jesús insistió: Te puedo dar 500,000 dólares, si me das tus brazos.

¿Pero Señor qué puedo hacer con 500,000 dólares y sin brazos?, ni siquiera podría comer solo.

El Señor le habló de nuevo y dijo: Te puedo dar un millón de dólares si me das tus ojos.

El zapatero, contestó: ¿Qué puedo hacer yo con tanto dinero si no podría ver a mis hijos, a mi esposa y las cosas bellas de este mundo?

Jesús con una dulce sonrisa le dijo: Tú dices que eres pobre, pero te he ofrecido ya 1.600 millones de dólares y los has rechazado. ¿No te das cuenta lo rico que eres?, que no cambiarías por todo el dinero del mundo las partes de tu cuerpo.

Es importante dejar de ver las riquezas que nos rodean y que no podemos obtener, y agradecer profundamente a Dios por nuestra salud y, sobre todo, por nuestra vida, que son las joyas más valiosas que podemos poseer.

Enseñanza: La Felicidad no está en la riqueza ni en la cantidad de dinero  que posee, sino en la virtud que desarrolle cada individuo

domingo, 8 de diciembre de 2013


El Sol y el Viento

El sol y el viento discutían sobre cuál de dos era más fuerte. La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas utilizándolas contra él.

Vas a ver, dijo el viento, como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus vestiduras.
Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacía, el hombre más oprimía su capa, gritando contra el viento, y seguía caminando. El viento encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo, sino que se aferraba más a su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa.

Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro.

Ya ves, le dijo el Sol al Viento, como con bondad se consigue más que con violencia.

Enseñanza.- Los seres humanos deberíamos pensar profundamente acerca de nuestras acciones. Utilizamos la violencia, la ironía, la agresividad y la burla para tratar de lograr nuestros objetivos. No nos damos cuenta de que, la mayoría de las veces, con esos métodos, son más difíciles de alcanzarlos. Una sonrisa siempre puede lograr mucho más que el más fuerte de los gritos. Y basta con ponerse por un momento en el lugar de los demás para comprobarlo. Entonces tratemos a nuestros semejantes de la misma manera en la que nos gustaría ser tratados... Así veremos que la vida en nuestro mundo será mejor.

Culpable o inocente

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento buscaron una víctima para encubrir al verdadero culpable.

El hombre fue llevado a juicio sabiendo de antemano que tendría muy pocas posibilidades de ser declarado inocente. Antes del juicio su destino ya estaba decidido, iba a morir en la horca.

El juez que también estaba confabulado, trató de dar todo el aspecto de un juicio justo e imparcial y por ello dijo al acusado: Conociendo tu fama de hombre justo y sabiendo que eres un fiel creyente, vamos a dejar tu destino en las manos de Dios, así que vamos a escribir en dos trozos de papel las palabras culpable e inocente.

Tú escogerás uno y será la voluntad de Dios la que decida tu destino. Por supuesto el juez había preparado dos papeles con la palabra, culpable. La pobre víctima aún sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No tenía escapatoria.

Cuando el Juez ordenó al hombre que tomara uno de los dos papeles doblados. El acusado se quedó en silencio unos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una amplia sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca se lo tragó.
Sorprendido e indignado el Juez le reprochó airadamente:
-¿Pero qué has hecho? ¿Y ahora cómo vamos a saber el veredicto?
-Es muy sencillo respondió el hombre, es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué.
En medio de un gran bullicio en la sala y ante la evidente desilusión del Juez, no tuvieron más remedio que liberar al acusado.

Enseñanza: “En los momentos de crisis, de injusticia, pídele a Dios una salida y El te dará la imaginación que muchas veces es más importante que el conocimiento”.