jueves, 25 de septiembre de 2014



Las Dos Mujeres Que Amo 


Después de 21 años de matrimonio, descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa. 
Tú sabes que la amas, me dijo un día, tomándome por sorpresa. La vida es demasiado corta debes dedicar tiempo. Pero yo te amo a ti... protesté. Lo sé. Pero también la amas a ella. La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, quien era viuda desde hacía 19 años, pero las exigencias de mi trabajo y mis 3 hijos hacían que solo la visitara ocasionalmente. 

Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine. ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?, me preguntó. Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias. Creí que sería agradable pasar algún tiempo contigo, le respondí. Los dos solos Reflexionó sobre ello un momento. Me agradaría muchísimo, dijo. 

Ese viernes mientras conducía para recogerla después del trabajo, me encontraba algo nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita... y ¡Por Dios!, cuando llegué a su casa, advertí que ella también estaba muy emocionada con nuestra cita. Me esperaba en la puerta con su abrigo puesto, se había rizado el cabello y usaba el vestido con que celebró su último aniversario de boda,su rostro sonreía e irradiaba luz como un ángel. 

Le dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy impresionadas, me comentó mientras subía a mi auto. No pueden esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero sí acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera La primera dama. Cuando nos sentamos, tuve que leerle el menú. Sus ojos solo veían grandes figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mamá estaba sentada al otro lado de la mesa y me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaban en los labios. 

Era yo quien leía el menú cuando eras pequeño, me dijo. Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor, respondí. Durante la cena tuvimos una agradable conversación; nada extraordinario, solo ponernos al día con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre cuando la llevé a casa? Asentí.
 
¿Cómo estuvo tu cita?, quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.  "Muy agradable...¿mucho más de lo que imaginé?", contesté. Días más tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido que no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre con copia de un cheque del restaurante a donde habíamos cenado mi madre y yo y una nota que decía: "La cena la pagué por anticipado, estaba casi segura, de que no podría estar allí, pero igual pagué 2 platos; uno para ti y el otro para tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche significó para mí? Te amo". 

En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo: "TE AMO".

Enseñanza.- Cuan importante es darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu familia... dales tiempo, porque ellos no pueden esperar.

domingo, 14 de septiembre de 2014

                                                     
                                                ZANAHORIA, HUEVO o CAFÉ?



Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.



La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro tazón. Coló el café y lo puso en un tercer tazón. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" "Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, Padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.

"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?"

¿Y cómo eres tú?

¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero, que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?

¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Es decir, poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te sigues viendo igual, pero eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?

¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

Enseñanza.- Y tú cómo manejas la adversidad, ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?



domingo, 7 de septiembre de 2014






Sabiduría y diplomacia

Cuenta la historia que un emperador chino, fue avisado que en una de las provincias de su imperio había una insurrección, dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares: «Vamos, síganme. Pronto destruiré a mis enemigos»

Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, el soberano trató muy amablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él nuevamente.

Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de aquellos que se había sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que este trataba con mucho cariño a quienes se habían sublevado.

Entonces, el primer ministro preguntó con enojo al emperador: “¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? Usted dijo, que veníamos a destruir a sus enemigos y sin embargo, los ha perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los ha tratado”.

Entonces el emperador, con actitud noble, dijo: «Les prometí destruir a mis enemigos; y todos ustedes ven que ya nadie es mi enemigo ahora todos ellos son nuevamente mis amigos»

Ante un caso así, nuestra actitud es aplicar la ley del ojo por ojo… la venganza es lo primero que nos viene a la mente para desquitarnos de aquellos que nos hicieron daño y pagamos el mal, con mal. A quien nos levanta la voz le gritamos… si nos ofendieron buscamos deshonrarlo… Pero algunos van mucho más allá y ven a esa persona como un enemigo, que hay que destruir de cualquier forma.

Enseñanza.- la mayor parte de la gente está llena de odio… crispación… rechazo… envidia… desprecio… indiferencia… Imagínate si los gobernantes de Israel y Palestina o de Rusia y Ucrania, en lugar de generar tantas muertes innecesarias, actuaran como el Emperador con El amor… la mansedumbre… y el respeto, puede lograr muchos más resultados que todo el armamento del mundo»