viernes, 24 de abril de 2015




















Las semillas

Hubo una vez 4 semillas amigas que llevadas por el viento fueron a parar a un pequeño claro de la selva. Allí quedaron ocultas en el suelo, esperando la mejor ocasión para desarrollarse y convertirse en un precioso árbol. Pero cuando la primera de aquellas semillas comenzó a germinar, descubrieron que no sería tarea fácil. Precisamente en aquel pequeño claro vivía un grupo de monos, y los más pequeños se divertían arrojando plátanos a cualquier planta que vieran crecer. De esa forma se divertían, aprendían a lanzar plátanos, y mantenían el claro libre de vegetación.

Aquella primera semilla se llevó un platanazo de tal calibre, que quedó casi partida por la mitad. Y cuando contó a las demás amigas su desgracia, todas estuvieron de acuerdo en que lo mejor sería esperar sin crecer a que aquel grupo de monos cambiara su residencia.

Todas, menos una, que pensaba que al menos debía intentarlo. Y cuando lo intentó, recibió su platanazo, que la dejó doblada por la mitad. Las demás semillas su unieron para pedirle que dejara de intentarlo, pero aquella semillita estaba completamente decidida a convertirse en un árbol, y una y otra vez volvía a intentar crecer. Con cada nueva ocasión, los pequeños monos pudieron ajustar un poco más su puntería gracias a nuestra pequeña plantita, que volvía a quedar doblada.

Pero la semillita no se rindió. Con cada nuevo platanazo lo intentaba con más fuerza, a pesar de que sus compañeras le suplicaban que dejase de hacerlo y esperase a que no hubiera peligro. Y así, durante días, semanas y meses, la plantita sufrió el ataque de los monos que trataban de parar su crecimiento, doblándola siempre por la mitad. Sólo algunos días conseguía evitar todos los plátanos, pero al día siguiente, algún otro mono acertaba, y todo volvía a empezar.

Hasta que un día no se dobló. Recibió un platanazo, y luego otro, y luego otro más, y con ninguno de ellos llegó a doblarse la joven planta. Y es que había recibido tantos golpes, y se había doblado tantas veces, que estaba llena de duros nudos y cicatrices que la hacían crecer y desarrollarse más fuertemente que el resto de semillas. Así, su fino tronco se fue haciendo más grueso y resistente, hasta superar el impacto de un plátano. Y para entonces, era ya tan fuerte, que los pequeños monos no pudieron tampoco arrancar la plantita con las manos. Y allí continuó, creciendo, creciendo y creciendo.

Y, gracias a la extraordinaria fuerza de su tronco, pudo seguir superando todas las dificultades, hasta convertirse en el más majestuoso árbol de la selva. Mientras, sus compañeras seguían ocultas en en el suelo. Y seguían como siempre, esperando que aquellos terroríficos monos abandonaran el lugar, sin saber que precisamente esos monos eran los únicos capaces de fortalecer sus troncos a base de platanazos, para prepararlos para todos los problemas que encontrarían durante su crecimiento.

Enseñanza.- En el camino hacia conseguir nuestras metas, y en las dificultades que superamos, muchas veces desarrollamos aquello que nos hacía falta para triunfar.

viernes, 17 de abril de 2015





El mejor Robot

XT-27 no era un robot cualquiera. Como bien decía su placa, "XT-27, el mejor y más moderno robot, era el modelo de robot más moderno de su generación, un producto realmente difícil de mejorar, y se sentía realmente orgulloso de ello. Tanto, que cuando se cruzaba con otros robots por la calle, los miraba con cierto aire de superioridad, y sólo reaccionaba con alegría y entusiasmo cuando se encontraba con otro XT-27.

"Todos los robots tendrían que ser como los XT-27", pensaba para sus adentros. Realmente, estaba convencido de que ningún nuevo robot podría superar los XT-27, y que el mundo sería mucho mejor si todos los robots fueran como ese modelo perfecto.
Un día, caminaba por la ciudad biónica cuando de pronto apareció, justo a unos milímetros de sus sensores ópticos piezoeléctricos, (que eran unos ojos normales, pero a XT-27 le gustaba usar palabras muy raras para todo), una gran puerta amarilla. No sabía de dónde habría salido, pero por suerte, era un XT-27, y su rapidez le permitió evitar el golpazo. Intrigado, decidió atravesar la puerta, y fue a parar a una ciudad espectacular. 

¡Todos sus habitantes eran XT-27, y todo lo que se veía era alucinante! Entusiasmado por haber encontrado la ciudad perfecta para él, anduvo recorriendo aquel lugar, presumiendo de ser un XT-27 y parándose a hablar con todos de lo genial que era ser un robot tan avanzado, y finalmente se instaló en su burbuja hiperplástica  (una casa), a las afueras de la ciudad.

Los días fueron pasando, pero enseguida se dio cuenta de que en aquella ciudad había algo que no le gustaba. Como todos eran XT-27, realmente nadie tenía motivos para sentirse mejor ni más moderno que nadie, y de hecho nadie lo hacía. Ninguno miraba con aires de superioridad, y en el fondo, comprobó que con el paso del tiempo ni siquiera él mismo se sentía especial. Además, todo resultaba tremendamente aburrido: todos hacía todas las cosas igual de bien, era imposible destacar en nada; cuando se le ocurría algo que pensaba era brillante, a todos se les había ocurrido lo mismo al mismo tiempo.

Así que XT-27 empezó a echar de menos a todos aquellos robotcitos variados de su mundo, cada uno con sus cosas buenas y malas, pero distintos y divertidos, y se dio cuenta de que hubiera preferido mil veces encontrarse con un torpe pero divertido TP-4, y charlar un rato con él, que volver a cruzarse con otro XT-27.

Así que comenzó a buscar la gran puerta amarilla. Tardó varios días, hasta que finalmente la encontró como la primera vez, justo en medio de una calle cualquiera. Apoyó la mano en la puerta, miró hacia atrás, como despidiéndose de aquel mundo que le había parecido perfecto, y con gran alegría empujó la puerta... Cuando despertó, XT-27 estaba en el suelo, y algunos le ayudaban a levantarse. No había ninguna puerta, sólo un enorme y brillante robot amarillo con el que XT-27 había chocado tan fuerte, que se le habían nublado los circuitos. XT-27, extrañado de no haber podido esquivar el golpe, miró detenidamente a aquel formidable robot. 

Nunca había visto uno igual, parecía perfecto en todo, más alto y más fuerte que ninguno, y en su placa se podía leer: XT-28, el mejor y más moderno robot. Así que lo habían conseguido. Aunque parecía imposible, los XT-27 ya no eran los mejores robots. Sin embargo, nuestro amigo no se entristeció lo más mínimo, porque segundos antes, mientras soñaba con aquella ciudad perfecta, había aprendido que estaba encantado de ser diferente, y de que hubiera cientos de robots diferentes, cada uno con sus cosas mejores y peores.

Enseñanza.- No podemos esperar ser los mejores en todo ni que los demás sean como nosotros. Cada uno aporta su parte gracias a sus diferencias.

lunes, 6 de abril de 2015




El Águila que voló con los pollos

Había una vez un águila bebé, recién llegada al mundo y muy emocionada por estar aquí y conocer las grandes aventuras que le esperaban. Mamá águila lo llevó junto con sus hermanitos y hermanitas águilas a su primer y grandioso vuelo. Sería su primera salida para abrir sus alas. Los pueden imaginar trepando, dando su primer salto fuera del nido que representaba su seguridad sintiendo ansiedad y emoción al mismo tiempo.

Vean ése águila en estos instantes, mientras vuela con el resto de las jóvenes águilas y la mamá animándolas orgullosamente y diciéndoles: “Vengan por aquí. Abran sus alas y vuelen. Vean cómo es este mundo y lo fuertes que son.” Pero las alas de éste águila bebé no eran tan fuertes como las de los demás. Se estaba quedando atrás del grupo a pesar de que trataba de seguirlos con todas sus fuerzas. Cuando abrió sus alas, se comenzó a tambalear. No sabía por qué no era tan fuerte como los demás. Las otras águilas jóvenes, junto con la mamá, miraban al frente y no notaron que él comenzó a perder fuerza y a caer en círculos hacia la tierra. Estaba tan mareado que no sabía hacia dónde se dirigía. Nadie se percató que ya no estaba con el grupo.

El águila bebé aterriza en una granja de pollos y dice: “¿Dónde estoy? Me siento tan raro…” Perdió el conocimiento por un instante y realmente ya no comprendía cuál era su realidad. Miró hacia arriba y vio a la madre águila y las águilas bebé alejándose. Se sintió abandonado, como si a nadie le importase. Decidió reunir fuerzas y descubrió que sus alas estaban lastimadas y que no podía alzar vuelo. Miró a su alrededor y vio que estaba rodeado por todos esos pequeños pollitos de la granja que también eran recién llegados al mundo.

A medida que se acercaban, junto con mamá gallina y un gallo, lo miraron y le dijeron: “Bueno, eres un ave, pero eres muy diferente a nosotros. Sin embargo te tomaremos bajo nuestras alas, te aceptaremos y daremos nuestro amor incondicional. Siente el amor que tenemos por ti. No nos importa que te veas diferente. No nos importa que tengas esas extrañas alas que están rotas. No sabemos de dónde vienes, pero para nosotros, llegaste del cielo, así que ven y forma parte de nuestra familia y te cuidaremos y amaremos hasta que estés listo para volar y logres descubrir dónde perteneces.” El águila se sintió muy amada.

No le importaba lo que sucedía o si se suponía que su senda fuese otra porque contaba con amor incondicional y con un sentimiento de apoyo. Comenzó a ser un pollo a pesar de que ésa no era su naturaleza verdadera. Crecía día a día y empezó a ganar fuerzas y a probar sus alas. Comenzó a dar pequeños vuelos pero sabía que no podía elevarse lo suficiente como para encontrar a su familia original. Llegó el día en el cual su madre real empezó a buscarlo.

Las otras águilas se habían marchado porque ya eran suficientemente fuertes y podían independizarse; y así la madre finalmente encontró a su águila bebé que tanto había extrañado. Ella lo recogió y dijo: “Dile adiós a tu familia adoptiva, porque tu propósito es regresar ahora para que pueda mostrarte lo que eres realmente y lo que verdaderamente viniste a ser.” Así, con lágrimas en los ojos, el águila bebé se despidió y dijo: “Yo también los amo incondicionalmente. Gracias por recibirme y mostrarme que la vida puede ser una aventura a pesar de que tuve que tomar otra senda.”

Dondequiera que la vida los lleve, pueden descubrir la alegría, incluso con aquellos que no forman parte de su familia. Si abren el corazón y la mente, pueden descubrir el hogar en cualquier lugar. Mamá águila ayudó al bebé a alzar vuelo. Le dijo: “¡Vuela! ¡Abre tus alas!” y él así lo hizo. Supo que su lucha anterior lo había fortalecido. Cuando se alejó, volvió a sobrevolar el lugar para decirle adiós a aquellos que le ofrecieron tanto. Dijo” “Volveré a visitarlos. Me siento seguro. Me siento fuerte. Siempre estarán en mi corazón y mi recuerdo. Jamás olvidaré lo que me dieron.” A medida que se alejaba en busca de la siguiente aventura que le esperaba, dijo: “Gracias por enseñarme que existen distintas formas de vivir la vida. Ahora es tiempo de abrir mis alas y volar.”

Enseñanza.- Como en la historia El águila representa la misma vida humana en su creatividad, en su capacidad de romper barreras, en sus sueños, en su luz. Representa la persona con toda sus potencialidades, La cosas que nos suceden tienen un porque, en la historia el águila bebe tenia que fortalecer sus alas. Abran sus alas, vean como es este mundo y comprueben lo fuertes que son.