domingo, 3 de noviembre de 2013



HACER MILAGROS

Tres personas iban caminando por una vereda de un bosque; un sabio con fama de hacer milagros, un poderoso terrateniente del lugar y, un poco atrás de ellos y escuchando la conversación, iba un joven estudiante alumno del sabio.

Fue entonces cuando el poderoso terrateniente dirigiéndose al sabio dijo:

- Me han dicho en el pueblo que eres una persona poderosa que hace milagros.
- Soy una persona vieja y cansada ..
- ¿Cómo crees que yo podría hacer milagros? respondió.
- Me han dicho que sanas a los enfermos y vuelves cuerdos a los locos.
- Esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso.
- ¿Te refieres a eso?
- Tú lo has dicho, esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso.
- No un viejo como yo.
- Esos milagros lo hace Dios, yo solo pido se conceda un favor al enfermo.
- Todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
- Yo quiero tener la misma fe para realizar los mismos milagros que tú haces.
- Muéstrame un milagro para poder creer en tu Dios.

Ante la insistencia de aquel hombre poderoso, el sabio acepto mostrarle tres milagros. Y así, con la mirada serena y sin hacer ningún movimiento le preguntó:

- ¿Esta mañana volvió a salir el sol?
- Si, claro que sí.
- Pues ahí tienes un milagro; el milagro de la luz.
- No, yo quiero ver un verdadero milagro
- Oculta el sol, saca agua de un piedra ..
- Mira, hay un conejo herido junto a la vereda, tócalo y sana sus heridas.
- ¿Quieres ver un verdadero milagro?
- ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?
- ¡Si! fue varón y es mi primogénito.
- Ahí tienes el segundo milagro, el milagro de la vida.
- Sabio, tu no me entiendes, quiero ver un verdadero milagro.
- ¿Acaso no estamos en época de cosecha?
- ¿No hay trigo y sorgo donde hace solo unos meses había tierra?
- Si, igual que todos los años.
- Pues ahí tienes el tercer milagro.
- Creo que no me he explicado, lo que yo quiero ..

Sus palabras fueron cortadas por el sabio, quien convencido de la obstinación de aquel hombre y seguro de no hacerle poder comprender la maravilla que existe en todo aquello que le había mostrado, señalo:

- Te he explicado bien, yo hice todo lo que podía hacer por ti
- Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte.
- Yo he hecho todo lo que podía hacer.

Dicho esto, el poderoso terrateniente se retiro muy desilusionado por no haber encontrado lo que buscaba. El sabio y su alumno se quedaron parados en la vereda. Cuando el poderoso terrateniente iba muy lejos como para ver lo que hacían el sabio y su alumno, el sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó el conejo, sopló sobre él y sus heridas quedaron sanadas; el joven estaba algo desconcertado.

- Maestro te he visto hacer milagros como este casi todos los días.
- ¿Por qué te negaste a mostrarle uno al caballero?
- Lo que buscaba el no era un milagro, sino un espectáculo
- Le mostré tres milagros y no pudo verlos.
- Para ser rey primero hay que ser príncipe.
- Para ser maestro primero hay que ser alumno.
- No puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños milagros que se te muestran día a día.

Enseñanza:
el verdadero milagro está en las pequeñas cosas que ocurren día a día. Dios nos “Obsequia” Grandes Regalos “Milagros”. Pero somos tan ciegos e ingratos, que no lo vemos hay que sonreírle a la vida, por cada nuevo día.

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